Volumen IV * Número 2 * MAYO - JUNIO 2010
D E L  E D I T O R
P O E S Í A S

Via crucis colectivo
de un enorme Cristo que se niega
a ser mártir.

Oración en llantos,
lamento para un Dios
ensordecido por las bombas.

Cristo de iglesia campesina
desarmado, polvoriento y agrietado
retorcido de hambre y dolor.

Cuerpo en arrastras lacerado,
aun te desangrás en la memoria
aunque hoy crezcan flores en tus huellas.

Dora Magaña es una escritora
salvadoreña que fue prisionera
política durante la guerra civil de
ese país. Este poema es parte de
su libro
Álbum para amarte
Patria II.

Hace muchos años, en un lugar que todos habían
olvidado, las plantas y las flores ya no crecían. Los
animales y los granjeros estaban tan tristes de ver la
tierra seca y desolada. En una pequeña casita vivía una
mamá coneja con sus tres conejitos. Una mañana
mamá coneja hizo tres pastelitos sabrosos con la
última harina que le quedaba.

Mamá coneja llamó a sus hijitos y les dijo, —Conejitos,
no hay nada que comer en esta casa. Acabo de hornear
estos pastelitos sabrosos. Quiero que cada uno de
ustedes lleve a vender un pastel al mercado. Tengan
cuidado. Véndanlos a un buen precio para que
tengamos dinero con que comprar comida.

Los conejitos estaban contentos de ayudar a su mamá.
Cada uno agarró un pastelito sabroso y se fueron al
mercado.

—Recuerden de venderlos a un buen precio—les
recordó su mamá.

El primer conejito se fue brincando al mercado. Se paró
a contemplar la tierra seca y enferma.

De repente la tierra le comenzó a hablar— Conejito,
conejito dame ese pastelito sabroso. Tengo tanta
hambre.

—Claro, dame cinco dólares y el pastelito es tuyo —le
contestó el primer conejito.

—No tengo dinero, pero si me das el pastelito sabroso
me pondré muy fuerte. Seré una tierra muy rica donde
las plantas y flores crecerán con alegría —le dijo la tierra.

El primer conejito le dio el pastelito a la tierra. La tierra
se lo comió y los dos estaban contentos.

El segundo conejito se fue trotando al mercado. Se paró
para ver los débiles rayos del sol.

De repente el sol le comenzó a hablar—Conejito,
conejito dame ese pastelito sabroso. Tengo tanta
hambre.

—Claro, dame diez dólares y el pastelito es tuyo—le
contestó el segundo conejito.

—No tengo dinero, pero si me das el pastelito sabroso
me pondré muy fuerte. Me pondré redondito, mis rayos
serán resplandecientes. Les daré luz a todas las
plantas y flores para que crezcan con alegría—le dijo el
sol.
Chelo  que  se  arrimara,  así  entre  los tres la
subirían  para llevarla a la casa. Con cuidado de no
arruinar el auto, el Chelo lo  estacionó  casi  
pegado  a  la Teresita, abrió las puertas y bajó
para  ayudar a los otros dos buenos samaritanos.
Entre los tres no hacían uno.   El Chelo en su vida
había levantado algo más  pesado que la  bolsa del
pan,   don Miguel porque estaba viejo y Manuel,  
como buen ciudadano norteamericano, tenía abierto
un “Caso” por haberse dañado la espalda en el
trabajo.   De todos modos,  Manuel siguiendo los
pasos que había aprendido en un curso acelerado
de Primeros Auxilios, la prendió de lo que alguna
vez fuera la cintura. Los otros dos, le tironeaban las
piernas para despegarla del barro.  En eso estaban
cuando doña Adela Marconi, que vivía en la esquina
del  callejón,   salió  a  hacer  sus  mandados.   Al
ver un auto desconocido y tres sujetos sospechosos
tratando de subir al auto  un  bulto  que  parecía  
humano, sin esperar más, salió corriendo a la
comisaría.

....A Gonzáles y a Ayala les había tocado hacer guardia este
fin de semana. Después del ajetreo de la noche anterior,
bien se merecían  un  asadito.  Es  que  don Eduardo Panza,
hombre bueno y pacífico por naturaleza, se había resistido
fieramente a  quitar  las  manos  que  tenía alrededor del
cuello de doña Porota hasta que el Dr. Fernandez, con un
movimiento rápido y  certero,  le  aplicó  una  pichicata   que
lo durmió al instante. Estaban  escarbándose  los  dientes  y
chupando los últimos huesitos  que quedaban con carne,
cuando doña Adela entró sin  aliento.  En  un  torbellino  de  
palabras  y  apurada por la inminencia  de  los  hechos,  
hizo  su  declaración  de  lo  que acababa  de  presenciar.   
Como  buena  ciudadana,   estaba cumpliendo  con  su  
deber  cívico  de  denunciar    “cualquier hecho  o  persona  
desconocida que se viera en el pueblo en actitud
sospechosa”. Tratando de abrocharse el cinturón, que
ahora   requería   un  agujerito   más  flojo,   los  dos  
agentes subieron  a  los  móviles  y  emprendieron el
camino hacia el callejón de los infortunios.

....Después  de  varios  intentos  de remover a la Teresita del
pegajozo lodo,  y  en un esfuerzo conjunto que le dislocara el
pie,  lograron    arrastrarla  y  subirla  al  Chevrolet.   Sudando
copiosamente por el esfuerzo, los tres samaritanos
subieron al auto y emprendieron la marcha hacia la casa de
la Teresita. Cuando los agentes llegaron al lugar de los
hechos, lo único que  quedaba  era  la   marca  de  las  
ruedas  del   Chevrolet grabadas en el barro. Como buenos
pesquisas, siguieron la huella  y  apenas   doblaron   la   
esquina  lo  vieron  que   iba sorteando  charcos,  a  sólo   
una  cuadra   delante  de   ellos.  Aceleraron  la  pedaleada  
y  el  agente  González,  en un acto como  lo  había  visto  
hacer  al  Clint Eastwood en la película  Harry el Sucio, saltó
de la bici y se paró delante del auto. Con una  mano  hacia  
delante  indicó  que  pararan  y  con la otra empezó  a  sonar  
el  silbato.  En  menos de un segundo, las doce   puertas  
de  las  casas  de  la cuadra se abrieron para dejar  
asomarse  a  sus habitantes que, felices de tener algo para
contar los próximos años, se sentaron en el cordón de la
vereda a presenciar el espectáculo.
....Manuel,   que  tenía  titulo  universitario  de una prestigiosa
universidad  de  Norteamerica,  le  pidió   a don Miguel que
le dejara hablar a él. “Dejá que esto lo arreglo yo”. Y se bajó
del vehículo.    Ayala  no  espero  a  que  el  Chelo buscara
en su roñosa  billetera  los  documentos,  porque   al  ver al
Manuel apearse  del  auto,  le  saltó  encima,  le   extendió
los brazos sobre  el  techo  del  auto  y   le  hizo  abrir  las  
piernas   para palparlo.  Manuel empezó a vociferar que  él
era un ciudadano que   tenía    derechos    constitucionales    
que    debían   ser respetados, agregando:
....“Y si estamos en democracia, ¿qué clase de
democráticos son  los  servidores  públicos que invaden la
privacidad de la gente?   ¿O  es  que  acaso  todavía   
seguimos   siendo   los mismos fascistas de siempre?” El
agente González, que para ostentar su placa  había hecho
un curso meses atrás, todavía recordaba algunos de los
reglamentos aprendidos.    “Usted tendrá todos los  
derechos que dice,   pero a mi me dieron el derecho
constitucional de  pedirle documentos y hasta llevarlo a la
comisaría si se insubordina”.
....Allí  quedó  el Chevrolet verde cotorra con la Teresita que a
estas horas ya estaba totalmente tiesa.  Ayala encabezaba
la fila   india,    seguido   por   el   Chelo,  don Miguel,   
Manuel  y, cuidando  la  retaguardia,   iba  González.    De  
camino  a   la comisaría,  le  pidieron  a  Jerónimo Herrera,
el mecánico del pueblo   que   manejara   el auto  hasta  la  
comisaría  y   que además  la  ayudara   a  la   Teresita  a  
bajarse  para prestar declaración. El Jerónimo se rascó la
cabeza, pensando cómo se  las  arreglaría  con  semejante  
mastodonte.  Pero no dijo nada,  porque  desde  que  lo
habían encontrado saliendo de madrugada  de la casa de la
Adriana Bertone con los zapatos en la mano, los favores que
le pedían los cumplía sin chistar.

....El mobiliario del calabozo, consistía en dos sillas y un
catre con  patas   de madera en cruz, con una lona que
alguna vez había  sido  blanca,  pero después de tantos
años y cuerpos que    lo   usaran,     tanto   su   olor   como    
su    color    eran indescifrables. Los que más lo usaban
eran los agentes, que cuando  estaban  de  guardia  se
turnaban para dormir.  Este sábado,  lo  ocupaba  don  
Eduardo  que,  por  el   efecto   del calmante,  dormía  como  
un  angelito,  roncando  y soplando zetas  por  detrás  del  
bigote.   Al llegar los nuevos visitantes, don Eduardo
entreabrió los ojos y creyendo ver al amante de su esposa
en la figura de Manuel, se enderezó para pegarle. Viendo  
que  sus  derechos  constitucionales  una  vez   más habían
quedado enterrados en el barro del pueblo, comenzó a
pedir  que  lo  comunicaran  con  la  embajada   de   Estados
Unidos, además de amenazar a los agentes que, por su
falta de idoneidad en el desempeño de sus funciones, iban
a ser responsables  de  lo que pudiera venir. Ante la
amenaza que éste representaba,  sacaron a los demás
presos al patio.   A don  Eduardo,  como  seguía  
durmiendo,  lo  pusieron en un rincón para no pisarlo y el
único que quedó en el calabozo fue Manuel.   
....Ya  entrada  la  noche,  las  cosas  se  habían calmado. La
Teresita, después de haber estado en remojo casi una
hora, había podido explicar lo ocurrido. Don Miguel y el
Chelo fueron liberados gracias a la intervención de la tía
Maruja que, como se  rumoreaba,   andaba  noviando  con  
el  agente  González. Como la Embajada de EEUU  no
contestaba las llamadas por ser  feriado,  el Manuel, por su
insubordinación a la autoridad, quedó  detenido  por  el  
resto del fin de semana. Y el pueblo tuvo tema para
comentar por varios años.
C U E N T O S
LAS CALLES DEL PUEBLO
Cecilia Davicco
Cecilia Davicco es una narradora argentina que reside en Los  
Angeles.   Sus  cuentos  se  centran  en  experiencias familiares
en su pueblo natal.
AUTOBIOGRAFÍA
R E F L E X I O N E S
MÁXIMAS Y MÍNIMAS
Rafael Carvajal
Rafael Carvajal es de Colombia. Escribe
ingeniosos  dichos populares.
Concurso  Internacional de Poesía y Cuentos
La Luciérnaga Online 2009.

SEGUNDO PREMIO
POESÍA
LA MASACRE DEL CALABOZO EN EL SALVADOR
22 de agosto de 1982

Dora Magaña
Concurso  Internacional de Poesía y Cuentos
La Luciérnaga Online 2009.

SEGUNDO PREMIO
Cuentos
Eran  las  4  de  la mañana cuando don Miguel comenzó a
prepararse   para  el  viaje.  Hacía  ya tiempo que no iba a su
pueblo  natal,   pero  con  la  llegada  del  hijo  que  venía   de
Estados  Unidos,   la  visita  era  casi   una   deuda   con   los
parientes.  Manuel,  el mayor de los cuatro, hacía tiempo que
vivía  en  Los  Angeles  y, después  de años de exilio, venía a
visitar a la familia.
....Llovía  torrencialmente,  pero  ya  habían  solucionado   los
inconvenientes   que   pudieran   haber   cancelado   el  viaje.
Además,  el  pronóstico  anunciaba  que  a  media   mañana
saldría el sol.
....En  su  última  revisión medica,   habían encontrado que la
vista  de  don  Miguel  estaba  muy  deteriorada  y se le había
recomendado que no manejara.  Manuel, el
Yankee como le
decían  los  parientes,  no  sabía  conducir  autos a cambios,
porque  en Norteamérica, como él siempre explicaba,  todos
manejan automáticos. Don Miguel, le había sugerido a su
hijo que manejaran en equipo. Él se haría cargo de los
pedales y cambios  de  marcha,  mientras  que Manuel se
ocuparía del volante.
....Obediente  de  las  leyes  y  la  seguridad   que   le   habían
inculcado  los  años de educación en USA, hicieron que ante
semejante   propuesta,   Manuel  la rechazara  de  plano.    El
Chelo, amigo de don Miguel y vago desocupado, andaba por
allí cuando escuchó del viaje. Como su agenda  para el fin
de semana  estaba  en  blanco,  se ofreció a hacerles de
chofer.  
A las 4:30 de la mañana del sábado, el Chelo llegó puntual
a la casa  de  los  Viruta.  Sus sesenta y pico  de años
estaban muy bien llevados. Sin mujer que lo agobiara, ni
trabajo que le exigiera, el Chelo encerraba  el secreto de la
eterna juventud. Don  Miguel  y  Manuel  ya  estaban  con  
sus  petates   listos, esperándolo    para  partir.    La  ruta   
estaba  casi  vacía.   El Chevrolet verde cotorra se deslizaba
suavemente mientras la radio  a  todo  volumen,  dejaba  oír  
los  acordes de la última cumbia de los Huahuanco.

....Las calles del pueblo son anchísimas. Ha llovido y se han
llenado   de charcos de agua. Los hay de todos los
tamaños. Charcos    ovalados,     redondos,     cuadrados    
y   amorfos.
Cuando el lechero en su recorrido diario, empezó a llenar  la
jarra que la Teresita le extendía, le contó lo sucedido la
noche anterior  en  lo de  don Panza. Ella siempre sabía
todo lo que ocurría en el pueblo, pero este asunto se le
había escapado, debía salir de inmediato a recabar más
datos.
....El  pueblo  tenía 10 cuadras de ancho por 10 de largo. Ella
vivía  en  una  de  las últimas calles, pero nadie se explicaba
cómo, desde ese rincón tan alejado, podía saber más que
el mismo  Cura  Párroco  o  los  de la Unión Telefónica.
Apenas dejó  la  leche  en  la  heladera,  se  metió las
agujas de tejer debajo de los sobacos, unos ovillos de lana
en el bolsillo de su  delantal  y  mientras  tejía,  comenzó a
caminar despacito hacia el lugar de los hechos.

....Don  Miguel  va  sentado  al  lado del Chelo. Éste maneja y
Manuel  desde  el   asiento   de   atrás,   no   para   de   hacer
comparaciones.   “Los autos automáticos son mejores, más
cómodos  de  manejar.   Y los freeway...,  no saben lo que es
manejar  en  un freeway,   son más rápidos y seguros...”    El
Chelo ya le está por decir una barbaridad de lo “perfecto que
es todo por allá”,  cuando escuchan en la radio:  “ Alerta para
los  radioescuchas  de  la zona. Desde hace más de un
mes una seguidilla de robos  está azotando a las
poblaciones de la zona dejando una zaga de …”
....”Eso no ocurriría allá”, interrumpe Manuel, “la policía es
muy eficaz  y, con  los  adelantos   que   cuentan,   
enseguida   los encontrarían,  sin  ir más lejos…” El Chelo
revolea los ojos y comienza a tararear un tanguito, mientras
don Miguel cabecea medio dormido.

....Puntualmente,  la Publicidad  Nella  comienza cada día su
audición de la mañana a las diez y media. Durante esa hora,
a través  de  parlantes colocados estratégicamente a lo
largo y ancho del pueblo, Publicidad Nella transmite música,
noticias locales  y  publicidad:  “Si  su  reloj  no  funciona,
Godoy se lo soluciona”,  “Compre  en casa More, donde un
peso, vale tre”. “Atención,  atención  este  es un llamado a la
solidaridad. Se ruega a los pobladores que ante la situación
que vive la zona, cualquier automóvil o persona desconocida
que se vea por el pueblo,  sea  reportada   de   inmediato   
a   las   autoridades policiales.” Después de repetir el
pedido varias veces y, en un tono de extrema urgencia,
comienza la sección de música con Sandro    cantando    a    
todo    pulmón,      ”Rosa,   Rosa,  tan maravillosa”.

....La Teresita tiene bigotes negros y lunares prominentes
en la cara.  Mide  casi  2  metros  de  alto y pesa lo que el
último campeón  peso  pesado  acusó  en  la balanza. Ella
siempre está  tejiendo.  Es  como  la Penélope de Homero,
nunca los termina,  pero  forman  parte  de  su  atuendo.   
Esa mañana, salteando charcos y embarrándose hasta las
rodillas, se fue acercando hasta lo de los Panza. Para hacer
la pesquisa más disimulada, en lugar de pasar por el frente
de la casa, eligió ir por el callejón de atrás.  Desde allí
podría ver directamente a través del patio lo que pudiera
estar sucediendo,  y después daría  la  vuelta  a  la  
manzana para entrevistar a los vecinos. Con  tanta  lluvia, el  
callejón  era  un  lodazal.   Los   charcos proliferaban en
cantidad, tamaño y profundidad.  La Teresita, concentrada  
en  su  tarea,  y por esquivar un pozo, metió las patas  en  el  
que  parecía  un  inofensivo  charco.   Perdió  el equilibrio,  y  
por  evitar  clavarse las agujas, cayó con todo el peso  de  su
cuerpo, dando un terrible panzaso. Como pudo, trató de
enderezarse, pero el pie le había quedado atascado.
Empezó  a  gritar  por  ayuda,  pero  justo  en  ese   momento
Publicidad Nella daba comienzo a su audición de la
mañana al  ritmo  de  Caballería  Rusticana, que era la
marcha que la identificaba. Sus gritos quedaron silenciados
por la música y allí quedó la Teresita, embarrada,
secándose al sol que,como el  pronóstico  anunciara,  se  
había  abierto  paso  entre   las espesas nubes. Tampoco la
oirían desde lo de don Eduardo, porque éste estaba  
detenido  desde la noche anterior.   Y  la esposa,    doña   
Porota,   y   el   forastero  que  la  visitaba   a hurtadillas,
habían sido trasladados al hospital más cercano, para  
atenderles   las   heridas   propinadas   por  el   marido
engañado.

....Eran casi las once de la mañana cuando el Chevrolet
verde cotorra  entró  al  pueblo.   Las  ruedas  hacían  chís
chis al ir chapoteando en el barro. Don Miguel sugirió que
primero,y por la hora que era,  deberían ir a lo de la tía
Maruja, que a estas horas estaría mateando en la cocina.
Por la condición en que estaban  las  calles  después  de  
la  lluvia,   debieron dar un rodeo.   Don Miguel  cada  vez  
que  venía al pueblo  se ponía nostálgico  y  le  pidió al
Chelo que pasara por donde alguna vez había vivido su
familia.  
.... “Dobla por el callejón,  así veo la casa y de paso
acortamos camino  a  lo  de  la  Maruja”,  le  dijo  al  Chelo.
Obedeciendo órdenes,  manejó hacia el callejón, pero ahí
mismo tuvo que clavar  los  frenos  porque  en  medio  del  
camino  yacía una enorme  figura  de  lodo.  La  Teresita  
parecía el proyecto de algún  alfarero  novato.  Era  una
masa informe de barro y no podía articular palabra porque el
sol ya le había comenzado a secar el barro de la cara. Don
Miguel la reconoció. Le pidió al
Néstor Fantini
JORGE LAPRIDA es un periodista argentino.
E N S A Y O S

La peña de abril nuevamente fue en Northridge y, como ya es tradición,
Alberto Delgado abrió la noche con esas chacareras suyas que incendian de
entusiasmo.  Y los poetas y escritores compartieron sus verbos e imágenes
que nos llevaron desde Long Beach a La Habana y de Buenos Aires a San
Salvador.

En este tercer número, del IV Volumen, de La Luciérnaga Online (LLO)
publicamos el poema “La masacre del calabozo”, de Dora Magana, y “Las
calles del pueblo”, de Cecilia Davicco, que obtuvieron el segundo premio en el
Concurso de La Luciérnaga, además de un ensayo en el que este editor
critica duramente a las autoridades de Arizona por la aprobación de lo que se
califica como una legislación intolerante que es inaceptable en  una
democracia que se precia de respetar los derechos civiles de las personas.  
También se presenta el ´powerpoint´ que se envió al Programa 25, del
Ministerio del Interior de Argentina, que nos pidió una contribución que será
presentada en la Avenida 9 de Julio con motivo del bicentenario de la
Revolución de Mayo.

El website también incluye una nueva página en la que se presentará el
trabajo de escritores de otras organizaciones culturales de Los Ángeles que
mantienen relaciones con LLO.  En ese sentido, miembros de LLO visitaron a
la Sociedad de Poetas y Escritores Latinoamericanos, mejor conocida como la
Bohemia, que bajo la dirección de George de Aztlán desarrolla sus tertulias en
un McDonald´s de Glendale.

Finalmente, cabe mencionar que La Luciérnaga ha renovado su determinación
de establecer un taller literario que está siendo planificado para el primer
sábado de mayo.  De finalmente llevarse adelante el proyecto, los poetas y
escritores locales tendrán un forum en donde poder analizar sus obras y
escuchar la importante opinión de colegas.
PEÑA DEL 17 DE ABRIL

La única manera para dejar de trabajar, es trabajando mucho.

Hay hombres de mundo que no saben hacia que rumbo se dirigen sus
vidas.

Con la aprobación de la reforma al Sistema de Salud, Estados Unidos se
incorporó a la lista de países civilizados.

En esta época ser bueno, es malo.

Nadie tiene el derecho a hablar bien de uno.

Mentira políticamente correcta: "Yo fui quien rompió el compromiso".

Para la mujer virgen, las piernas son sus compañeras inseparables.

Los cardiólogos viven gracias a la gente de mal corazón.

En cuestión de reforma migratoria: ¡despertemos, ya es hora de
levantarnos!

Hay pueblos en los que no se encuentra un hospital ni por accidente.

Al timbre no se le puede ni tocar porque grita.

Definición de "canjear": Transacción en la que cada parte piensa haber
engañado a la otra.

Los intelectuales latinos tenemos la responsabilidad cívica de denunciar la intolerancia y la injusticia.   Y
que  mejor  ejemplo  de  estas   aberraciones  que  la  ley  que acaba  de ser aprobada en Arizona  por la
gobernadora  Jan  Brewer (R)  que  autoriza  a  la  policía  a  que  interrogue  y  arreste a aquellos  que se
sospecha que son inmigrantes indocumentados.

La  gobernadora,      los    líderes    del   partido   republicano    y   los   cavernícolas   de     organizaciones
antiinmigrantes  como   FAIR  defendieron  la   ley argumentando que el estado está siendo  atacado por
narcotraficantes   y   otros   criminales   y,    además,   que   el    gobierno    federal   no  ha   asumido  sus
responsabilidades.

El  argumento de la gobernadora republica y de sus secuaces falla en varios frentes.    Para empezar, es
inaceptable   igualar   a  inmigrantes   con   criminales.     Por  el  contrario,  numerosas    investigaciones
académicas  serias,  como  las  de  Kristin Butcher, del Banco de la Reserva Federal de Chicago, y Anne
Morrison,  de   la   Universidad   de   Piehl  Rutgers,    sugieren  que   las  tasas   de  criminalidad  de   las
comunidades inmigrantes son más bajas que las tasas de los nativos.

Además,   desde   una  perspectiva  jurídica,  es  inadmisible   que Arizona trate de legislar en materia de
inmigración y seguridad de la frontera cuando esto es exclusividad del gobierno federal.  La Constitución
Nacional  es  bien  clara  al  respecto.   En  su Artículo I, Sección 8, la ley suprema de la nación establece
que  “la defensa común y el bienestar general”  del  país,  al  igual que la responsabilidad de “establecer
una regla uniforme de naturalización” son poderes que explícitamente se delegan al Congreso Nacional y
no a los estados.

Como  era  de  esperar, la ley provocó la crítica de diversos sectores de la nación.    El presidente Barack
Obama  declaró  que  esta  pieza  legislativa  “atenta  contra  nociones  básicas  de  justicia”.    Otros  han
sugerido  que  es equivalente  a la  “ley  de pases” del otrora gobierno racista de Sudáfrica.   Aún más,  el
cardenal Roger Mahony, de la archidiócesis de Los Ángeles, la comparó con las tácticas policiales de la
Alemania nazi y el estalinismo soviético.

Los  que  tienen  memoria histórica saben que lo que ocurre en Arizona es similar a lo que aconteció  en
California  a  mediados  de  la  década  de 1990 cuando los republicanos y conservadores recalcitrantes
apoyaron  la  Proposición 187 que fue tan cruel y mal  intencionada como la ley de Arizona.  Al final nunca
fue   implementada   porque   la  declararon  inconstitucional,  pero  aun  así  destruyó  las  posibilidades
electorales  de  los  republicanos  que  perdieron  la  confianza  y  el  cada  vez  más importante voto de la
comunidad latina.

La  gente  progresista  de  esta  gran  nación  de Jefferson y Lincoln, que está en contra del racismo, que
rechaza  la  intolerancia,  que  ambiciona una sociedad con libertades y justicia, deben levantar su voz en
oposición  a  los muros  de  "apartheid"  que se están erigiendo en Arizona y demandar la derogación de
esta  nefasta  ley.   Aún más, aquellos que hacen negocios con el estado de Arizona deberían considerar
boicotearlo mientras SB1070 tenga vigencia.   Y en lo que respecta al gobierno federal, la administración
Obama  debería  tener  la  valentía política y determinación de proponer y pasar en el Congreso Nacional
un  proyecto  de  ley  que,  sin  más  demoras,  garantice  la ciudadanía a los 12 millones de inmigrantes
indocumentados  que  todos  los  días   van  a   trabajar  o  estudiar  en  nuestras  granjas,  restaurantes,
fábricas,  oficinas,  escuelas y universidades.    El  no hacerlo, nos transforma  en  cómplices  del crimen
que  está   siendo perpetrado  por  los  Afrikaners  del estado de Arizona.  Esto, sin dudas, es la lucha de
derechos civiles de nuestra generación.
LA MUY INTOLERANTE ARIZONA

Nestor Fantini