Volumen IV * Número 2 * MARZO - ABRIL 2010 |
Entre las muchas actividades que organiza La Luciérnaga Online se destaca el concurso anual de poesía y cuentos en el que, gracias a la maravilla de internet, pueden participar poetas y escritores de todo el mundo. Al igual que el año anterior, el “Concurso Internacional de Poesía y Cuentos de La Luciérnaga Online 2009” fue todo un éxito. Se recibieron obras de poetas y escritores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos, España, Guatemala, México, Nicaragua, Perú y Uruguay. El ganador en la categoría Poesía fue el argentino Hernán Granovsky, con su poema Sábado recostado. Granovsky tiene 30 años y vive en Buenos Aires. Aparte de sus actividades relacionadas con el periodismo, integra una banda de sikuris que interpreta canciones andinas. El segundo premio fue para La masacre del calabozo, de la salvadoreña Dora Olivia Magaña, residente de Los Angeles, EEUU; y el tercer premio para Ángulo llano, de Liliana Savoia, de Rosario, Argentina. En la categoría de Cuentos, el ganador fue el peruano Erick Wolfrang Talavera Cuya, con Oso. Talavera vive en Lima y estudia ciencias políticas en la Universidad Nacional Federico Villareal. Aparte de haber sido galardonado con otros premios, entre ellos el de la revista Humanística, también ha sido seleccionado por la embajada de España para recibir clases del escritor español Nacho Docavo Alberti. El segundo premio fue otorgado a Las calles del pueblo, de la argentina Cecilia Davicco, que vive en Northridge, EEUU; y el tercer premio a El último pasajero, de Raúl Oscar Ifran, de Punta Alta, provincia de Buenos Aires, Argentina. En Poesía, recibieron menciones especiales Melina Adamo, de Martínez, provincia de Buenos Aires, Argentina, por Esta noche blanca; Gladys Jiménez, nicaragüense que reside en Los Angeles, EEUU, por Devaneo; y José Mariano Cantoral Figueroa, de la Ciudad de Guatemala, Guatemala, por Eufemismos del descabezamiento inevitable. Las menciones especiales en Cuentos fueron para Hernán Granovsky, de Argentina, por Miradas; Lorenzo Reina, cubano que reside en Anaheim, EEUU, por Tricotomía urbana; y Jorge Carrasco López, de Chile, por Otro precio. Las obras aparecerán en La Luciérnaga Online, www.la-luciernaga.com, en su Volumen IV, Números 2, 3 y 4 (entre marzo y agosto de 2010). Además, los poemas y cuentos ganadores serán leídos en eventos culturales de Los Ángeles y serán parte de una antología que será publicada próximamente. La Luciérnaga Online agradece a los jueces de este concurso y a los miembros del Consejo Editorial, Julio Benítez, Elsa Frausto, Gabriel Lerner, José Manuel Rodríguez, por su continuo apoyo. |
D E L E D I T O R |
EXITOSO CONCURSO INTERNACIONAL |
P O E S Í A S |
Recostado sobre mi cama sábana amarilla puedo sentir como la vecina del H apoya una mano en la canilla y abre la ducha puedo escuchar cuando aprieta el botón del inodoro y puedo conocer el funcionamiento, la frecuencia y los vaivenes de su sistema urinario Recostado sobre mi cama colcha revuelta sufro a la nenita que grita en el pasillo miro el primer gol de Estudiantes me estremezco ante el rugido atronador que hace la cañería cuando la señora del F abre la canilla llena la pava y prepara unos mates para compartir en el balcón con quien sería aparentemente su nuevo novio además del encargado de construir junto a ella las conversaciones más triviales y aburridas que jamás se hayan oído Recostado sobre mi cama papeles desparramados toco el sikus bien fuerte hago que los pájaros respondan y escucho de nuevo a la del H que ahora abre los ventiletes de la cocina para dejar escapar el espeso humo que despide la plancha al cocinar esas hamburguesas recién compradas en el supermercado de avenida Del Libertador Recostado sobre mi cama piernas retraídas me aturden la sirena de esa ambulancia y el zumbido de ese mosquito veo como esos dos cosos me miran y presiento que en la vereda de enfrente está pasando una chica de piernas desnudas y flacas paseando a su perro y me la pierdo por quedarme aquí a escribir esto en lugar de asomarme de una vez por la ventana Recostado sobre mi cama libro interminable veo a las hojas moverse por el chiflido del viento veo al monitor de la computadora prenderse de golpe como consecuencia de la vibración de la música en la tele siento al tren arrancar destino Retiro y me pregunto quién estará pensando en mí en este instante y si alguien bajará para contarlo Recostado sobre mi cama vuelo bajo sueño cerca lloro hondo y entonces la cama se hace más profunda y me envuelve con alas de algodón y me transporta hasta el fondo de los fondos y me deja guardar las penas allí abajo a veces por un ratito y a veces para siempre Recostado sobre mi cama vuelo alto sueño lejos gozo en colores y entonces la cama se eleva hasta llegar al techo y traspasar el departamento del pibe del 2° a quien sospecho que le molesta que haga música no así a la vecina del H que no tiene problemas y que sostiene que el que tiene problemas es el viejo del 2° y sigue subiendo y sigue y sigue hasta llegar a la terraza para ver el río y luego descender, invisible, silenciosa, en puntitas de cama, dejándome perplejo, boca arriba, aquí nomasito, recostado sobre ella |
HERNÁN GRANOVSKY es un periodista y escritor argentino que reside en Buenos Aires. Aparte de su aficción por la literatura, su interés por la música lo llevo a integrar una banda de sikuris que interpreta canciones andinas con el objetivo de reivindicar los valores del las primeras civilizaciones de las Américas. |
Hace muchos años, en un lugar que todos habían olvidado, las plantas y las flores ya no crecían. Los animales y los granjeros estaban tan tristes de ver la tierra seca y desolada. En una pequeña casita vivía una mamá coneja con sus tres conejitos. Una mañana mamá coneja hizo tres pastelitos sabrosos con la última harina que le quedaba. Mamá coneja llamó a sus hijitos y les dijo, —Conejitos, no hay nada que comer en esta casa. Acabo de hornear estos pastelitos sabrosos. Quiero que cada uno de ustedes lleve a vender un pastel al mercado. Tengan cuidado. Véndanlos a un buen precio para que tengamos dinero con que comprar comida. Los conejitos estaban contentos de ayudar a su mamá. Cada uno agarró un pastelito sabroso y se fueron al mercado. —Recuerden de venderlos a un buen precio—les recordó su mamá. El primer conejito se fue brincando al mercado. Se paró a contemplar la tierra seca y enferma. De repente la tierra le comenzó a hablar— Conejito, conejito dame ese pastelito sabroso. Tengo tanta hambre. —Claro, dame cinco dólares y el pastelito es tuyo —le contestó el primer conejito. —No tengo dinero, pero si me das el pastelito sabroso me pondré muy fuerte. Seré una tierra muy rica donde las plantas y flores crecerán con alegría —le dijo la tierra. El primer conejito le dio el pastelito a la tierra. La tierra se lo comió y los dos estaban contentos. El segundo conejito se fue trotando al mercado. Se paró para ver los débiles rayos del sol. De repente el sol le comenzó a hablar—Conejito, conejito dame ese pastelito sabroso. Tengo tanta hambre. —Claro, dame diez dólares y el pastelito es tuyo—le contestó el segundo conejito. —No tengo dinero, pero si me das el pastelito sabroso me pondré muy fuerte. Me pondré redondito, mis rayos serán resplandecientes. Les daré luz a todas las plantas y flores para que crezcan con alegría—le dijo el sol. |
Es hijo de pastores alemanes –te lo reconfirmó la vecina- Y por un momento llegaste a creer que te llevaban a un asilo ¿hubiese sido mejor, no crees?, pero era sólo que habías olvidado el camino a casa; el viejo iba sentado en la parte trasera de la camioneta; hace mucho que no viajas a la ciudad, desde la universidad ¿no? Pero nunca te acostumbraste después de aquello y preferiste regresar a tu pueblo, al olor a tierra por las mañanas, para quedarte a vivir ahí, para siempre, pensaste, hasta que vas comprendiendo que eso no podrá ser así ahora que te están bajando del auto y te dirigen hacia la que será tu nueva casa en esa ciudad hecha de cemento. Tenemos que hablar contigo, Daniel. Dime, mamá. Tu papá y yo hemos conversado sobre tus estudios. La otra semana ya terminas la secundaria y debes empezar cuanto antes la universidad. Nos tenemos que mudar a Lima. Está bien. Felizmente me lo dijeron a tiempo, para poder buscarle a oso una casita de dormir, una a su medida, justo he mirado una en… Es que el no podrá ir con nosotros. Tú bien sabes que el departamento de Lima es pequeño y que en el edificio no les permiten a las familias criar animales grandes. Pero mamá, es como uno más de nosotros, tenemos que llevarlo… Te lo advertimos cuando lo trajeron, era un perro grande que luego no sabríamos dónde meterlo. Ofrécelo en las chacras, ahí necesitan guardianes, o ya verás dónde lo dejas porque no podemos retrasar el viaje, tu papá ya pidió su cambio en el trabajo y no es cosa de juego. ¡No lo voy a regalar mamá, ni mucho menos lo voy a dejar abandonado! ¡No me levantes la voz! … Ya te dijimos. Ve empacando y pensando qué haces con ese animal. Te sorprendió que a mamá le importara poco tu cachorro, fue contundente: “ve pensando que haces con ese animal”, era lo peor que te habían dicho, lo insultaban a él, te dolía a ti, y te deprimiste por ello, y no hallaste solución, por eso empezaste a indagar un nuevo hogar para él, aunque te dolía en el fondo, pero igual, nadie aceptaba un perro ya crecido ¿y en la chacra no lo querrían? No, moriría ahorcado por los cables, no se acostumbraría o, antes que siga causando molestias, lo matarían igual. No supiste qué hacer. No sabías qué hacer en esa casa que, aunque continuamente visitada por tus hijos, te sentías más solo que nunca, era como si al viejo no lo tomaran en cuenta, como si no estuviera con ellos, acercándose, diciéndole y dándole sólo lo necesario, ¿para qué? ¿Qué de interesante tenía conversar con un viejo tristón que nunca pudo superar aquello? Te dejaban divagar por la casa, pero tú sólo alternabas tus días entre aquel cuartucho de invitados donde te habían instalado y la silla con vista desolada al jardín trasero, ya casi nada te importaba y así se te iban los días ¿no, viejito? Hasta que ya no aguantaste y se te cayeron las lágrimas. Peor hubiese sido en Lima, Daniel, allá moriría atropellado, acá, al menos, tiene más posibilidades de vivir; tu cachorro es fuerte e inteligente, ya verás que sabrá arreglárselas solo. Ya cierra las puertas, ya estuvimos buen rato esperándote, ya déjalo irse. Antes de marcharte le prometiste regresar por él apenas puedas, apenas no tengas que pedirle permiso a nadie sobre si tu cachorro se puede quedar. O no abandonarlo. Porque ahora sólo lo miras perderse, a lo lejos, en la silueta de aquella inhóspita y desolada carretera. Ya no llores, Danielito, ya no llores. Ya crecerás y podrás volver por él, Danielito, como ahora que regresas por aquella carretera en tu propio auto después de años, quizás ocho, quizás más, ya estás hecho todo un hombre, y ya tienes tu propia casa, pequeña, estás sólo tú en ella y eso te basta ¿no? No. Ah, por eso has vuelto por estos lugares inhóspitos en medio de la carretera que va hacia el sur. Por aquí fue ¿no, Danielito? Es por él ¿no? Has vuelto para buscar a tu cachorro, pero déjame decirte una cosa: dudo que lo encuentres, ha pasado mucho tiempo y puede que… ¿Oso? –lo volví a llamar, creo que temblando y a punto de perder las últimas esperanzas de encontrarlo en aquel pueblo cercano-. Cojeando caminó hacia ti aquel viejo can que miraste a lo lejos y que gritaste fuerte pronunciando el nombre de tu cachorro, y temblaste porque volteó la mirada y vino caminando hacia ti, a olerte, a mirarte con sus ojos alegañados, te parece que a reconocerte. ¡Eres tú, osito! ¡Permaneciste aquí todo este tiempo! Y lo volviste a abrazar como antes, el ya no tanto, se veía agotado, era un perro viejo, pero te reconocía y pareciera que se esfuerza por alegrarse aunque la edad no lo deje, te lame las manos, no ha olvidado nada, no te ha olvidado, Daniel, y no busca tus disculpas, no llores porque él nunca supo de llantos contigo, sólo supo de alegrías, de juegos, y quiere que eso vuelva, nada más, no te ha olvidado, Danielito, ya sécate las lágrimas y súbelo a tu carro, llévalo contigo, llévalo a tu casa, aliméntalo como lo hacías antes cuando era sólo un cachorro, porque él sólo quiere recuperar los años de tu inexplicable ausencia. No me vayas a hacer travesuras, osito. Mañana por la mañana estaré de vuelta y te sacaré a pasear, si. Eso fue lo último que le dijiste aquella tarde ¿no? Se te hunde el pecho mientras vas verificando lo que de por sí es evidente: no hay televisor, no hay equipo de sonido, no hay muebles, pero ¿por qué hay sangre? Y tu cachorro no sale a tu encuentro, había sido un robo, han vaciado tu casa, pero eso qué importaba, todo era recuperable, osito no, y no lo recuperaste más, esta vez no lo recuperarías más, se había ido para siempre, viejo, solo, sentado en su silla soñando en que parecía verlo de nuevo a su cachorro, inquieto, fuerte, fiel, corriendo hacia él. |
C U E N T O S |
OSO Erick Wolfrang Talavera Cuya |
ERICK WOLFRANG TALAVERA CUYA, escritor peruano que reside en la ciudad de Lima. Actualmente estudia ciencias políticas en la Universidad Nacional Federico Villareal. Entre los reconocimientos obtenidos se encuentra un premio de la revista Humanística al igual que haber sido seleccionado por la embajada de España para participar en clases dirigidas por el destacado escritor español Nacho Docavo Alberti. |
AUTOBIOGRAFÍA |
R E F L E X I O N E S |
MÁXIMAS Y MÍNIMAS |
Rafael Carvajal |
Rafael Carvajal es de Colombia. Escribe ingeniosos dichos populares. |
Si no fuera por el último minuto, nada se haría. Hay políticos que manejan su campaña electoral inteligentemente para después conducir el país estúpidamente. Chávez y Uribe son dos adultos que actúan como si fueran adolescentes con mentalidad de niños. Las causas nobles pertenecen a la aristocracia del idealismo. A veces cortar por lo sano es lo que enferma. Frase que no debemos decir, una vez que la hemos pensado dos veces: "¡Me encantan los niños!" Los racionales se sienten inteligentes cuando los irracionales no los entienden. El arrogante sin empleo es un ex ocupado. Mientras que las familias se empobrecen, las ganancias de las empresas financieras ascienden. ¿No dizque la crisis era para todos? Los sepultureros son agricultores de ultratumba. Para salvar el pellejo hay que evitar la circuncisión. Definición de Autopsia: Aduana de los muertos. Quiero agradecer a todos aquellos que se tomaron el trabajo de escribirme para comentar mis maximinismos, pero quisiera pedirles que por favor, no dejen de hacerlo. ¡Felices Fiestas! |
Concurso Internacional de Poesía y Cuentos La Luciérnaga Online 2009. PRIMER PREMIO POESÍA |
SÁBADO RECOSTADO Hernán Granovsky |
Concurso Internacional de Poesía y Cuentos La Luciérnaga Online 2009. PRIMER PREMIO Cuentos |
Yace solo, bocarriba, inmóvil, conectado a unas bolsas y un aparato de un imprevisible ruido que al ausentarse, enmudece todo recuerdo que se tuviera de él. En sus momentos más alegres, jamás imaginó atravesar unos días tan desolados, hallándose así, como olvidado. Llegar una nublada mañana de abril para internarse en el olvido, era todo lo que recordaba de su activa existencia. Y era lo único que venía haciendo antes de comenzar a soñar, antes de comenzar a sumergirse fuera de la realidad, en esos mundos extraños e infantes que le hacen a uno posible la visión de alguna etapa anterior que o lo emocionó o lo impresionó o, tal vez, lo frustró ¿no, viejito? Se te empiezan a nublar las ideas, a cansar los párpados. Y te liberas de ese monótono cuartucho en el que te hallas, huyendo hacia ese momento, quizás el mejor de todos los que viviste en tu larga vida. Lo estabas esperando desde que te internaron en este hospital ¿no? Y por eso sonríes. Porque has vuelto a ser un niño, y vez llegar a aquel osito cargado en los brazos de la gruñona de la vecina. No insistas Daniel, ya escuchaste. Devuélvelo. Pero lo mandarán a la chacra y lo van a dejar ahí toda la noche, lo van a amarrar a un tronco, mamá. Déjalo que se quede una noche al menos, si llora lo devolvemos en la mañana ¿ya mamá? Porfa, porfa. Sonríes porque sabes que mamá esta vez aceptará, porque cuando de verdad dice que no, ni siquiera te da explicaciones, es no y punto, pero hoy no fue así; aquel cachorro afelpado e inquieto que cargas como un niño tuvo suerte de encontrarse contigo. Amarrado en la chacra los cables lo hubiesen terminado por ahorcar, y a ti eso te horrorizó desde el primer momento que lo imaginaste. Pero ¿ahora qué vas a hacer? ¿Cómo lograrás que tu cachorro no llore? Temerá dormir solo, el frío lo asaltará en su cajita, de pronto le dará hambre, se despertará en las madrugadas, es como un bebé, Daniel. Entonces lo cuidaré como si fuera mi hijito –te prometiste-. Y cuidarlo como tal fue cobijarlo a escondidas en tu misma cama, a tu lado, esa misma noche en tu casa. Mira nomás como duerme ese pan de Dios, todavía tiene gotitas de leche en el hocico, sécaselas con cuidado, no vaya a ser que se despierte, despierte, despierte, despierte señor Daniel, es hora de su merienda. En esos días el viejo recibió la visita de alguno de sus hijos. Ellos, que eran cuatro, no eran sus frecuentes visitantes, más bien nunca lo fueron, sólo lo volvieron a ver desde aquel dolor en el vientre que lo sorprendió en su cama una madrugada y que lo obligó a marcar sus teléfonos suplicando un poco de ayuda. Luego ellos lo dejaron en el hospital, regresando sólo cuando había que firmar alguna autorización, algún papel, comprar alguna medicina o para cualquier otra obligación, como ahora. No se dignaron a decirte algo, viejito, sólo entraron y te miraron de lejos. Te miran. Mamá mira a papá. Esperas una mala noticia. Está bien Daniel. Será tu primera responsabilidad. Guardaste la alegría para ti y tu cachorro y preferiste aparentar a tus escasos doce años ya ser un hombre de responsabilidades mayores. Claro mamá, despreocúpate, yo me encargaré de todo. No tan rápido muchachito –te detuvieron-. ¿Qué nombre le vas a poner? Lo miraste y, como si hubiese entendido la pregunta, él también te miró. Eres lanudo, tienes una cola lanuda, eres gordito, tienes unas patitas de dinosaurio bebé, todo eso pensaste. Oso –sentenciaste y te marchaste corriendo llevándolo contigo, abrazado- Pensaste que por fin te habían escuchado, que habían oído y sentido tu perfecto estado, sí, había sido eso, o a lo mejor sólo se hartaron de mí, y por eso te están descambiando, le están quitando la bata celeste, traen un bolso, abren el cierre y llegas a ver el color después de mucho ¿no, viejito?. Ya te habías olvidado de tus polos blancos con rayas naranjas, de tus pantalones plomos, de tus zapatos color marrón, al viejo le estaban dando de alta, señor, pero no vaya a hacer desarreglos con su salud porque si no lo volveremos a ver pronto por aquí. Cuídese mucho. Los meses se pasaron rápido yéndote con tu cachorro al campo después del colegio, oso, ven acá, llevándolo a la playa, oso, ¡oso, no molestes a las gallinas!, sentándolo contigo en la tribuna del estadio a mirar los partidos de segunda división, no te vayas a mover, sólo iré a comprar un camote frito, saliendo a correr con él en la madrugada cuando el rocío aún no cedía, ¡saquen a ese perro de la cancha que está estorbando el juego!, lanzándole chorros de agua en el patio trasero y él atajándolos a mordiscos antes de su baño, te has portado muy mal hoy día, sentándote con él afuera de tú casa cuando te dejaban cuidándola, tienes una oreja parada y otra caída, qué chistoso te ves osito, igualándote en fuerza cuando se resistía a ser guardado en el techo después del paseo, oso, estás botando demasiado pelo, cargándolo a tu espalda para cruzar el cequión, Daniel, tu perro está grandote, si, no, mordiéndote el pantalón o las medias cuando subías a una bicicleta, creyendo que te irías y lo dejarías, tu pelo ahora es liso, oso, y tu cola es como la de un zorro, qué raro, tú no eras así, revisemos esto en la internet, apareciéndose sorpresivamente sobre el estrado de tu colegio, en plena formación, mientras el director hablaba, sus orígenes se remontan a finales del siglo XIX, cuando en Alemania se inició un programa de crianza que dio como resultado el pastor alemán…, buscándote desde lo alto con la mirada, características: robusto y flexible, ligeramente alargado, cuerpo musculoso, orejas de tamaño mediano, erectas, abiertas hacia adelante y llevadas de manera uniforme…, no ubicándote entre los miles de alumnos risueños por aquel espectáculo y luego creyendo que lo habías perdido cuando te hallabas dentro del salón de clases, resistencia al frio: excelente, resistencia al calor: excelente, adaptabilidad a situaciones adversas: excelente, convivencia en el hogar: excelente, memoria: extraordinaria, ¡agarren a ese perro! Y las chicas ¡ay, ay, ay! asomándose por encima de la ventana para sorpresa tuya. Tu cachorro se había convertido en un perro grande, Danielito. |
Néstor Fantini |
Creo que cuando un grupo de amigos de La Luciérnaga nos juntamos el fin de semana pasado en la casa de Cecilia y Néstor a ver El secreto de sus ojos, la película argentina que había ganado el Oscar, casi todos teníamos la certeza que veríamos algo bueno. Nadie se imaginaba que más que bueno, el film era excelente. Es más, me atrevería a decir que es una de esas películas que uno nunca olvida. El Secreto de sus ojos es un drama policial que narra la historia de Benjamín Espósito, un empleado de Tribunales que cuando se jubila decide investigar la violación y asesinato de una joven que ocurrió un cuarto de siglo antes. Con flashbacks, Benjamín Espósito (Ricardo Darin) nos lleva a una Argentina de 1974 cuando trabajaba en un juzgado al que le toca investigar el brutal asesinato de la joven. Con la ayuda de su asistente, Pablo Sandoval (Guillermo Francella) y su jefa, la abogada Irene Menéndez-Hastings (Soledad Villamil); Espósito no solamente identifica al asesino sino que logra montar un operativo para arrestarlo. Un año después, cuando las bandas de terroristas de ultraderecha controlan al gobierno de Isabel Martínez de Perón, el asesino es liberado y se integra a las mismas. El asesinato de Sandoval hace que Espósito, ayudado por Irene, deba irse de Buenos Aires. Su partida hacia la remota Jujuy parecería sellar para siempre la imposibilidad de su amor por esa jefa de quien lo separa no solamente la diferencia de rango sino un mundo de dobles apellidos que sabe que no le pertenece. Pero Espósito retorna y en el desenlace, en el que el esposo de la joven muerta reafirma el concepto de que para algunos el amor y la idea de venganza nunca mueren, encuentra la respuesta a la pregunta que lo ha estado carcomiendo durante veinticinco años y a la duda que le viene planteando su corazón. Por supuesto que en toda producción siempre se encuentra uno que otro defecto que inmediatamente es explotado por aquellos que se dedican a este tipo de negocio. En los blogs, por ejemplo, ya hablaban de la escena en la que Irene y Benjamín están tomando café y se nota claramente que la taza está vacía. Pero al margen de trivialidades irrelevantes, El secreto de sus ojos es una de las mejores películas que haya producido la industria cinematográfica argentina. Pero el éxito de esta excelente obra no se debe solamente a una historia interesante, cautivante y clara, sino que también al brillante trabajo de Juan J. Campanella (Luna de Avellaneda, El hijo de la novia, y series televisivas estadounidenses como Law & Order: Special Victims Unit, House M.D., 30 Rock) que como director, escritor y editor prácticamente dio luz al film. Ya es casi unánime entre los comentaristas de cine que el trabajo técnico de Campanella fue sobresaliente. Lo mismo se puede decir de la actuación de Ricardo Darín, Soledad Villamil y Guyillermo Francella. El secreto de sus ojos ganó premios en el Festival de Cine Internacional de San Sebastián, el Festival de Cine de La Habana, premios en Argentina y premios en España. Después de 25 años, cuando La historia oficial se impuso como la mejor película extranjera, nuevamente Hollywood reconoció con otro Oscar al cine argentino. Sin duda, más que merecido. |
JORGE LAPRIDA es un periodista argentino. |
E N S A Y O S |
EL SECRETO DE SUS OJOS |
Jorge Laprida |